Diario Médico, 3 de octubre de 2016
Congreso sefse: Expertos docentes reunidos por la Sociedad Española de Formación Sanitaria admiten variabilidad en el aprendizaje de los MIR. Programas por competencias o un examen final podrían paliar las diferencias detectadas.
Las circunstancias de cada centro y la posible subjetividad de los docentes a la hora de evaluar a los MIR son factores que introducen variabilidad en el aprendizaje de los residentes. Por eso, medidas como introducir programas por competencias para concretar lo que debe saber hacer el futuro especialista o crear una prueba de evaluación final nacional pueden ayudar a reducir esas diferencias, según se concluyó en un debate sobre la calidad de la evaluación en el I Congreso Sefse-Areda, celebrado la semana pasada en Badajoz.
Álvaro Castellanos, jefe del Servicio de Medicina Intensiva del Hospital La Fe de Valencia, señala que en pruebas ECOE organizadas por la Sociedad de Medicina Intensiva (Semicyuc) «se ha observado que había variabilidad según la comunidad o el hospital del que vinieran: algunos sabían desenvolverse en RCP, pero tenían resultados justos en otras habilidades».
Por ello, uno de los objetivos de la sociedad es extender en todo el SNS el programa por competencias europeo, Cobatrice, que se está implementando en La Fe: «Los formularios de evaluación actuales contienen descripciones de cómo tienen que ser los médicos, pero no de las tareas que debemos saber hacer. La formación por competencias, si se hace bien, es homogénea y homologable a todos los centros», aunque requiere también implicarse en la realización de pruebas relacionadas con la observación, como las ECOE y los miniCex.
En la misma mesa participó Zelinda Cardoso, responsable del Departamento de Recursos Humanos de Sanidad de Portugal, que explicó que los MIR lusos realizan anualmente una prueba teórico-práctica, similar a la que tendrán que hacer al finalizar su posgrado. Esta prueba tiene lugar fuera de su centro docente y se hace una media entre su perfil curricular, un examen práctico en el análisis de casos clínicos y una prueba teórica oral (excepto para los médicos de Familia). La calificación final puntúa para las oposiciones.
Damián Manzano, cirujano maxilofacial del Hospital Infanta Cristina de Badajoz, que ha trabajado en ambos países, abogó por la implantación de una prueba de este tipo en España, porque ayudaría a fijar objetivos para analizar qué han aprendido el MIR. Además, se eliminarían posibles sesgos que se producen al ser la evaluación sólo en el ámbito local, donde prima el punto de vista del tutor, e incluso permitiría diferenciar realmente al residente que ha mostrado excelencia y proactividad.
Los problemas deben documentarse
Los casos de MIR declarados no aptos no recuperables son excepcionales, pero precisamente por eso Fernando Ros, responsable de Coordinación de Formación Sanitaria Especializada del Ib-Salud, recomienda a los tutores «que sean muy meticulosos a la hora de documentar las evaluaciones negativas que hayan recibido durante el MIR y las soluciones propuestas», ya que en algunos casos se ha llegado a los tribunales.
Aún así, Ros señala que los residentes con problemas de aprendizaje «suelen detectarse desde el inicio y y eso hace más fácil el seguimiento»; recomendando al residente a lo largo del año, por ejemplo, que haga guardias o sesiones de refuerzo en determinados servicios.
Si estas guías no han tenido éxito, al final del año se le puede declarar no apto y recuperable. Eso supone una segunda oportunidad durante tres meses más: «Suele implicar repetir rotaciones y guardias, aunque es más complejo de organizar: no se puede paralizar el seguimiento del programa del siguiente año, aunque al final se busca compatibilizar ambos periodos».