No hay buenas prácticas sin objetivos claros y tiempo docente

Diario Médico Joven, 17 de enero de 2018 El Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (CEEM) pide regular legalmente el papel del alumno durante las rotaciones del grado. Expertos...

Diario Médico Joven, 17 de enero de 2018

El Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (CEEM) pide regular legalmente el papel del alumno durante las rotaciones del grado. Expertos consultados por DM consideran que hay que clarificar los objetivos de estas estancias y facilitar que el tutor tenga tiempo para la docencia.

La experiencia de las prácticas clínicas puede ser muy diversa dependiendo no sólo de si están bien organizadas, sino también del propio estudiante en sí, de la actitud de su tutor y de lo que le deje hacer, y de la carga del trabajo del día a día. Clarificar bien los objetivos de estas rotaciones y dar tiempo al médico encargado para que pueda dedicarse a la docencia serían aspectos que ayudarían a mejorar su calidad.

El Consejo Estatal de Estudiantes (CEEM) pide una norma que regule la figura del estudiante de Medicina durante estas estancias. Su vicepresidente de Asuntos Externos, Daniel Sánchez, destaca que los dos principales problemas que se encuentran los alumnos son la masificación de los centros y la indefinición de su papel. «Muchos nos limitamos a ser meros observadores y a seguir al médico. Los delegados de estudiantes reciben quejas de que no se están cumpliendo los objetivos definidos de las prácticas, que además luego nos van a exigir en la Evaluación Clínica Objetiva y Estructurada (ECOE)», argumenta.

Miguel Galán, graduado en la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de la Asociación Europea de Educación Médica, matiza que, para valorar la eficacia de las rotaciones, falta definir claramente sus objetivos: «Aunque en los planes de estudio y el BOE se recogen las competencias oficiales del graduado en Medicina, son excesivamente generales, inasumibles o se incumplen de manera sistemática«. Cree que la formación en habilidades clínicas depende más de cada alumno, lo que entraña el riesgo de que algunos tengan deficiencias formativas.

 

  • «Muchos estudiantes nos limitamos a observar y no se cumplen los objetivos de las prácticas», señala Daniel Sánchez, vicepresidente del CEEM

 

Por tanto, cree que «el primer paso sería redefinir un perfil realista del médico recién graduado», con la participación de los pacientes y en función de las necesidades de la población. «Una vez definidas, es imprescindible adecuar los medios y organización de las prácticas a su consecución y no al revés», apunta.

Una referencia, en su opinión, podrían ser los criterios definidos por el Consejo de Acreditación para la Educación Médica de Grado (ACGME en sus siglas en inglés), una entidad privada de Estados Unidos que elaboró una lista de actividades que se espera que cualquier estudiante de Medicina pueda realizar al acabar el grado. «Son una manera práctica y validada por múltiples estudios de comprobar la adquisición de competencia a lo largo y al final de la carrera», argumenta. También critica que la evaluación práctica no debería limitarse a un examen final como la prueba ECOE.

El CEEM cree que ayudaría extender el acceso a la historia clínica con una clave propia –algo limitado por el protocolo para mantener la intimidad aprobado en 2016-, mejorar criterios para la selección de los tutores clínicos y descargarles de parte del trabajo para poder dedicar tiempo a la docencia: «No puede haber tutorización o al menos un apoyo reflexivo si tiene demasiados pacientes«, defiende Sánchez.

Falta de definición

Docentes consultados por DM señalan que la experiencia es variable. Reconocen que se pueden hacer ajustes para evitar disfunciones, si bien creen que abordarlos de forma interna será más eficaz que una norma.

 

  • «El objetivo de las rotaciones debería ser adquirir y entrenar competencias parecidas a las de Medicina de Familia», observa Milagros García, presidenta de Sedem

 

Milagros García, presidenta de la Sociedad Española de Educación Médica (Sedem), cree que existe «un problema de falta de definición sobre lo que es el grado y sus objetivos. Tendemos a centrarnos en las especialidades porque muchos profesores vienen de hospitales de tercer nivel. ¿Cuál es el objetivo de las rotaciones? ¿Aprender Cardiología o Pediatría? Es mejor utilizarlas para adquirir y entrenar competencias parecidas a las de Medicina de Familia. Además, es incongruente que un graduado pueda ejercer como médico pero el SNS exija la especialidad».

Jorge García Seoane, vicedecano de Ordenación Académica de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, añade que, con la reforma de la troncalidad, es necesario «establecer cómo repartir entre grado y posgrado las competencias transversales, porque eso es lo que dota de contenido a las prácticas».

Considera que en la mayoría de los casos sí se cumplen los objetivos y que las malas experiencias son anécdotas. «Además, el hospital no está para ellos; lo primero son los pacientes«. Añade que «habrá rotaciones más de mirar y otras más de hacer; unas que incidan más en la comunicación y otras en la investigación. Lo importante es que vean pacientes, porque se aprende de los docentes, pero más de los enfermos».

Vicente Garrigues, vicedecano de prácticas clínicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valencia, tiene claro que el estudiante no tiene por qué limitarse a mirar pero no tocar. «Es cierto que la lista de objetivos por rotación es genérica y no incide mucho en procedimientos, pero yo creo que la anamnesis, la exploración, una extracción de sangre o una sutura pueden hacerla perfectamente. Quizás también un sondaje vesical. Eso sí: primero sobre simuladores y, cuando adquieran cierta destreza, sobre los pacientes. Lo primero son sus derechos».

Cuanto antes y más tiempo, mejores resultados

Jorge García Seoane, vicedecano de Ordenación Académica de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, cree que la incorporación temprana a las prácticas clínica es esencial: “Motiva mucho a los alumnos y además refuerza la formación. Teniendo una base general, se aprende mucho más viendo primero a los pacientes y luego estudiando la teoría, porque ya has visto cómo se manifiesta esa enfermedad”. En su facultad, los estudiantes realizan dos años de prácticas distribuidos entre cuarto y sexto año de carrera.

Por otra parte, algo que no ayuda es que las rotaciones sean cortas: “Hay alumnos que quieren ver muchos servicios, pero hemos comprobado que al final los más satisfechos son los que pasan más tiempo en unos pocos, porque llegan a estar más integrados en el día a día del centro”.

Milagros García, presidenta de la Sociedad Española de Educación Médica (Sedem), también apunta que las estancias cortas acaban siendo contraproducentes, por lo que cree que deberían establecerse criterios más generalistas y que ayudaría mucho a descargar a los docentes de carga asistencial, si bien considera que a corto plazo es complicado: “Se les exige igual que a quien está asociado a la universidad, pero en primer lugar son médicos”.

Pablo Lara, decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Málaga, señala que “la implantación del grado ha incrementado el currículum práctico y tenemos que asegurarnos de que los alumnos no sólo hacen más horas, sino que son de calidad”.

 Recalca que la formación práctica no se limita a la estancia en los centros y que, sin renunciar a las prácticas, hay buenas alternativas. “Hoy en día tenemos otros recursos complementarios, como la simulación, que cada vez está presente en más facultades, al igual que el aprendizaje basado en la resolución de problemas. También hay actividades en las que pueden participar los alumnos, como los seminarios de educación médica o los encuentros con asociaciones de pacientes. Quizás no formen parte del grado estrictamente, pero les ayuda a adquirir habilidades en comunicación, la empatía y la solidaridad”.

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