Diario Médico, 11 de julio de 2016
El autor, que deja la Presidencia de la Conferencia de Decanos, explica la evolución de la enseñanza de grado con el Plan Bolonia y los próximos retos.
La formación del médico es compleja y necesita de un continuo formativo para lograr y mantener las competencias profesionales. El proceso comienza con el grado, adquiriendo un perfil médico competencial generalista, pero con conocimientos, actitudes y habilidades que permiten acceder con garantías a la formación especializada. Sigue en la etapa MIR, y se mantiene hasta la jubilación con la formación continuada.
La responsabilidad de cada etapa recae en un ámbito diferente, aunque es compartida por más de una institución. En el grado, la mayor responsabilidad recae en la facultad de Medicina, aunque compartida con las instituciones sanitarias. Perseguir la calidad en el grado y el continuo formativo es la razón que justifica los numerus clausus en el acceso a los estudios, hecho que es incongruente con la apertura de nuevas facultades. Actualmente, tras el incremento de los últimos años, existen en España 41 facultades de Medicina (32 públicas y 9 privadas), de las que 40 tienen representación en la Conferencia de Decanos.
Las facultades y sus profesores son los responsables de la docencia de grado y posgrado y de la investigación, que es parte esencial de la institución universitaria. Además, los profesores de las áreas clínicas ejercen la asistencia en hospitales y centros de salud, conveniados o concertados, que participan en la formación práctica, algunos de ellos con categoría de universitarios. De manera que la mayoría los profesores clínicos tienen una doble dependencia respecto a la Universidad y la institución asistencial.
Por todo ello, las facultades de Medicina presentan una problemática muy específica, y constituyen un constante quebradero de cabeza para los rectores -de ahí el dicho de que, para un rector, la facultad de Medicina es su purgatorio- y hace compleja la gestión para sus decanos. Los problemas y amenazas que tienen las facultades necesitan de la colaboración de las autoridades e instituciones universitarias y sanitarias.
Además, para cumplir sus funciones están adaptándose al entorno asistencial y profesional y a las demandas de la sociedad sobre la formación los futuros médicos. Trataré de hacer un resumen de la situación y de las iniciativas y propuestas de la Conferencia.
Recientemente hemos estrenado nuevos planes de estudio a raíz del llamado Plan Bolonia. Estos planes deben establecer un continuo formativo con la etapa MIR, lo que se debe plasmar en sus respectivas competencias y en el tránsito de los estudiantes entre ambas etapas.
Éste es claramente mejorable, como la Conferencia ha manifestado recientemente. La implantación de los nuevos planes no ha sido sencilla, pues a las dificultades propias del cambio se ha sumado la circunstancia de que se ha producido en un entorno económico adverso. Con los nuevos planes se trata de lograr que el alumno adquiera las competencias de un médico generalista incrementando su formación práctica, siguiendo las recomendaciones realizadas por la Conferencia.
Sin duda son mejorables, pero el balance es positivo. En algunos aspectos, los avances han sido tímidos y no se ha aprovechado esta oportunidad para profundizar en los planteamientos formativos, centrar el proceso en el estudiante y conseguir la ansiada integración tanto entre materias básicas como clínicas y entre ambos tipos. Sobre la evaluación, se ha implementado una prueba tipo ECOE (Evaluación Clínica Objetiva Estructurada) al final del grado. Ya se realiza en casi todas las facultades españolas siguiendo los criterios marcados por la Conferencia, que ha comenzado un proceso riguroso para homologarlas. La ECOE podría utilizarse a su vez para la homologación de títulos no comunitarios o en el acceso al MIR.
Profesores
Pero el mejor de los planes de estudio no tendrá ninguna posibilidad de éxito si no contamos con los profesores adecuados, que no se improvisan. Las universidades públicas tienen que enfrentarse al envejecimiento de las plantillas estables y, lo que es más grave, a las dificultades para su renovación, especialmente de los clínicos. Las privadas, por su parte, se enfrentan al reclutamiento de plantillas de calidad.
En las públicas, la renovación de las plantillas de profesores estables clínicos debe venir de los facultativos que trabajan en los hospitales universitarios. Es necesario hacer más atractiva la figura del profesor vinculado, y, para su acreditación por parte de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (Aneca), la baremación de la actividad asistencial debe tener el peso que le corresponde. Confiamos en que el nuevo decreto de acreditación de profesores universitarios, con el que se crea una comisión específica para Medicina, antigua petición de la Conferencia, ayude a solucionar este problema.
Puesto que la participación de la estructura asistencial es imprescindible para la formación de los futuros médicos, también es necesario establecer un marco adecuado en las relaciones institucionales. Sin la colaboración de ambas es imposible ofrecer una formación de calidad. La última modificación del Decreto 1558/1986 sobre los conciertos entre instituciones sanitarias y la Univesidad es un avance, pero es imprescindible establecer una carrera docente-asistencial y profundizar y actualizar los requisitos del hospital universitario.