Planta Doce, 11 de febrero de 2019
La cantidad de universidades que ofrecen este tipo de estudios en España ha pasado de 28 a 42 en los últimos diez años. Sólo Corea del Sur supera la ratio estatal de facultades por habitantes.
El sistema universitario español vive su mitosis particular. A lo largo de los últimos diez años, el número de facultades de medicina en el Estado ha pasado de 28 a 42. España es, actualmente, el segundo país del mundo que cuenta con más centros impartiendo estos estudios en relación a su población (0,95 facultades por millón de habitantes), sólo superado por Corea del Sur (con una relación de 1,2), según un estudio elaborado por el Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (Ceem) y la Conferencia Nacional de Decanos de Facultades de Medicina Españolas (Cndfme).
El origen de esta tendencia se encuentra en la elevada demanda por parte de los estudiantes. Tal y como señala el informe del Ceem y la Cndfme, España registró un total de 23.500 solicitudes para el curso 2018-2019. De estos, sólo 7.047 fueron admitidos (tres de cada diez). Ante estas circunstancias, los centros privados han eclosionado. Pablo Lara, presidente de la Cndfme, señala que este tipo de centros “han encontrado una oportunidad” de negocio.
Así lo demuestran los datos aportados por su organización. De las 14 nuevas facultades de medicina que se han creado en esta última década, ocho son de titularidad privada. En 2009, existían dos facultades a manos de capital no público, mientras que ahora se contabilizan diez. Algunas de las que se han sumado al sistema educativo recientemente han sido la de la Universidad de Vic y la de la Universidad Internacional de Canarias.
Las facultades de medicina españolas recibieron 23.500 solicitudes en el último curso, pero sólo 7.047 fueron admitidos
Lara señala un segundo factor para entender el comportamiento de estos últimos años. “Las universidades que carecen de facultades de medicina aspiran a poder tenerlas; es algo que da prestigio al centro y posibilita la firma de nuevos convenios y acuerdos en materia de desarrollo e investigación”, apunta el presidente de la Cndmfe.
Josep Ribas, subdirector general del organismo responsable de las universidades de la Generalitat de Catalunya, añade un tercer matiz. “A diferencia del mundo anglosajón, existe una enorme presión para estudiar medicina lo más cerca de casa posible”, argumenta Ribas. Finalmente, desde la consultora McKinsey subrayan que los jóvenes aspirantes perciben que la profesión les va a proporcionar “mayores rendimientos económicos en comparación a otros empleos”.
El desajuste entre oferta y demanda ha generado una situación “insostenible”, según las organizaciones de estudiantes y decanos. Una de las consecuencias es la descompensación entre el número de graduados y la cantidad de plazas ofertadas en el MIR. En el último curso, un 57% de los nuevos graduados en medicina no pudieron acceder a una plaza para iniciar su especialización, según el informe de las dos asociaciones. “Que haya personas que quieran estudiar y no puedan es una pena; pero peor es que, después de estudiar, no puedan ejercer su profesión”, valora Lara.
Tener una facultar de medicina da prestigio y facilita la firma de nuevos convenios, tal y como señalan los expertos
Otra problemática derivada de este contexto es el “despilfarro económico” que suponen estas instalaciones al Gobierno. Coral Arriola, vocal del Ceem, destaca que el gasto promedio de una facultad de medicina “supera los seis millones de euros anuales”.
Además, cada estudiante supone un gasto aproximado para la Administración pública de “6.000 euros anuales”, algunos de los cuales “terminan sus estudios sin ejercer la profesión”. Aparte, existe una “saturación en los hospitales”, concluye Arriola.
Como consecuencia, algunos de los graduados deben buscar nuevas salidas. Boi Ruiz, ex consejero de Sanidad de la Generalitat de Catalunya, lamenta que “haya que abrirse al mercado exterior” a pesar de tener “muchas facultades y muy buenos hospitales”. Ruiz, además, declara que existe “una enorme distancia entre lo que la universidad prepara y las necesidades del sistema en su conjunto”.
A pesar de todo, hay voces que consideran erróneo observar solamente este aspecto. Ribas, de Universitats de Catalunya, reconoce que existen ciertos desajustes, pero señala que “no todos los graduados quieren hacer el MIR”. “Hay algunos que se dedican a una carrera investigadora y no requieren del MIR; son una pequeña minoría, pero la investigación en España es cada vez más notable”. Por otra parte, “tenemos una alta recepción de médicos latinoamericanos que después vuelven a su país de origen”.
El gasto público anual por cada facultad de medicina supera los seis millones de euros, según el Ceem y la Cndfme
Por último, Ribas señala que, a pesar de la alta demanda, algunas especialidades no cuentan con el número de profesionales suficiente. Es el caso de las actividades relacionadas con la anestesia y la medicina familiar. Con todo, Cataluña es una comunidad que, durante los últimos años, ha mantenido el mismo número de facultades de medicina. “La Generalitat ha priorizado la calidad antes de la cantidad, y es por eso que nuestras universidades se encuentran en los primeros puestos de los ránkings”, concluye Ribas.
A día de hoy, España prevé incorporar tres nuevas facultades de medicina al sistema educativo, dos de ellas en las universidades públicas de Alicante y Navarra. Además, la Universidad de Deusto tiene intención de poner en marcha su facultad en el País Vasco en septiembre de 2019. A corto plazo, el país contará con 45 centros que imparten medicina. La Administración conoce los retos del sistema sanitario y educativo. Cómo afrontarlos es el quid de la cuestión.