Diario Médico. 29 de octubre de 2015—
Considerar la experiencia del paciente, ahondar en el uso de las nuevas tecnologías y aprender a personalizar los riesgos son algunas de las necesidades formativas del médico del futuro que se han puesto de manifiesto en la mesa ¿Cómo y para que formamos a los médicos?, en el marco del XXII Congreso de la Sociedad Española de Educación Médica (Sedem) que se está celebrando en Murcia. Durante un debate moderado por el decano de Medicina de Las Palmas de Gran Canaria y presidente de Sedem, Felipe Rodríguez de Castro, han aflorado algunas brechas en los programas del grado que entorpecerían la integración rápida de los estudiantes y residentes en sus primeros contactos con la actividad clínica.
«Vamos a necesitar profesionales que tengan capacidad para enfrentarse a las emociones, al fracaso de múltiples órganos, a los trastornos cognitivos, a la influencia de la genética y del estilo de vida, y que sepan manejar la tecnología», dado que el paciente del futuro estará mucho más informado sobre sus patologías, según ha expuesto Joan Escarrabill, director del Programa de Atención a la Cronicidad del Hospital Clínico de Barcelona.
Este experto aboga por diseñar un programa universitario que tenga en cuenta la perspectiva del paciente, incluyendo soporte psicológico, valoración del impacto de la enfermedad en la vida cotidiana, la toma de decisiones compartidas, la metodología de la interacción terapéutica, y otros aspectos como la organización del proceso asistencial, la comunicación y la gestión de riesgos. Además, opina que «habría que impedir que estudien Medicina los que carecen de la estabilidad emocional para soportar la presión».
Escarrabill considera que la nueva taxonomía de enfermedades cambiará los planes de estudio «puesto que las patologías ya no se agruparán sólo por órganos» y cree que las TIC «tienen un papel de integración de los datos del paciente que requerirá que se aprendan competencias específicas para utilizarlas».
En el debate también intervino Mónica Lalanda, médico de Urgencias, ilustradora y experta en redes sociales, que señaló que hacen falta cambios en los estudiantes, los profesores, los contenidos y las herramientas de la formación médica. Para empezar, propone modernizar la forma de enseñar en la universidad: considera «imprescindible» que los estudiantes dispongan de páginas web de la asignatura que les anticipen los conocimientos teóricos y que las clases presenciales sirvan para resolver dudas y que se pueda contactar con expertos a través de teleconferencias para profundizar en la materia.
Reconoce que el problema fundamental es que muy pocos profesores están al día de herramientas como Skype, los portafolios digitales, videos y audio como los podcast, blogs, Instagram, y de su potencial para la enseñanza y los facultativos: «Quien no esté en Twitter en el mundo médico se pierde el 50 por ciento de lo que está ocurriendo», reivindicó.
En cuanto a contenidos de programa de grado, además de las nuevas tecnologías, Lalanda dijo echar de menos que en la universidad se refuerce el inglés médico («que no es lo mismo que hablar inglés»), la comunicación y hablar en público, la lectura crítica de los textos y estudios y la gestión, además de que el código deontológico sea «el libro de cabecera» de los estudiantes.
Héctor Guadalajara, cirujano colorrectal de la Fundación Jiménez Díaz, de Madrid, ha defendido que es necesario incorporar habilidades quirúrgicas elementales en el grado, «cuanto menos sutura y vendaje», así como métodos de asepsia que se aprenden en contacto con el paciente.